“Nuestro nuevo marco de gestión de la biodiversidad implica un cambio en nuestra cultura”. Con esta frase María Jesús Rodríguez Sánchez, directora general de Biodiversidad, Bosques y Desertificación, podría resumir la sesión Estrategias de Biodiversidad de CONAMA 2022. En ella participaron ponentes de distintos ámbitos, desde el estatal, municipal o empresarial hasta las ONG, y todas reiteraron el mismo punto: el cambio de paradigma sobre el cuidado del medio ambiente. Un cuidado que debía dejar de centrarse únicamente en la crisis climática para empezar a posar la mirada en otras cuestiones de igual gravedad, como la pérdida de biodiversidad o la destrucción de hábitats. Las soluciones a estos problemas no pasarían por compartimentar los problemas globales a los que nos enfrentamos, sino precisamente por la tendencia contraria, a concebir al planeta y sus problemáticas como una realidad holística y compleja. El horizonte de la COP15 en Montreal, en apenas tres semanas, promete ser una cumbre histórica que pondrá en manifiesto la imperiosa necesidad de este reenfoque.
Sin embargo, la tarea de integrar la lucha contra la destrucción de la naturaleza en la conciencia colectiva encuentra algunos obstáculos en el camino, tal y como expresa Juan Carlos de Olmo, secretario general de WWF España; “La pérdida de la biodiversidad no está en la agenda política, no está en la de nadie”. El desinterés por esta crisis y sus consiguientes consecuencias es tan abrumador como desconcertante, especialmente tras el reciente Informe de Planeta Vivo, que calcula una pérdida de biodiversidad del 69% de vertebrados desde 1970. El caso de los animales acuáticos es el más dramático, con una pérdida de hasta el 80% en peces dulceacuícolas y de entre el 80% y el 90% en tiburones.
Por supuesto, la pérdida de especies está estrechamente ligada al cambio climático, pero esta vez el autor de la destrucción es el uso del suelo, sobreexplotado y llevado al límite por la actividad agroalimentaria. “El uso del suelo es a la biodiversidad lo que las emisiones de gases de efecto invernadero al cambio climático” sentencia Juan Carlos.
Pero si esto es algo que ya sabemos, y numerosos informes lo corroboran a lo largo y ancho del mundo, ¿porqué no se hace nada? María Jesús Rodríguez ofrece una respuesta contundente: “La biodiversidad es muy compleja y no se comprende bien, por lo que es muy difícil restaurarla. Debemos intentar conservarla a toda costa”. Parece que todos los ponentes están de acuerdo con esta afirmación, en la que incide especialmente Silvia Escolano, técnica de la Diputación de Barcelona.
Para ella está claro que debemos admitir nuestra ignorancia sobre un tema tan complejo como la biodiversidad, aprender por medio de prueba y error, estar dispuestos a admitir nuevos enfoques y, por último, colaborar en el diseño y aplicación de las estrategias para la recuperación de la biodiversidad. Alexandre March Raurell, jefe de sección de biodiversidad del ayuntamiento de Mollet del Valles, nos muestra cómo esta filosofía de trabajo se está llevando a cabo en su propio ayuntamiento, dando buenos resultados.
Es Nieves Cifuentes Valero, de Naturgy, quien completa la respuesta. No existe un marcador como el CO2 en biodiversidad, por lo que es muy difícil integrarla en los planos de acción o establecer criterios objetivos que resulten infranqueables. A su vez, también, y aunque sí se sepa que la biodiversidad tiene un impacto en la actividad económica, no se conoce en qué valores monetarios se traduce la misma. Es necesario entender la biodiversidad en términos financieros para que esta comience a tomar un papel más relevante en la sociedad. “No se trata de ponerle un precio a la naturaleza, sino de hacer que esta se haga visible en el mundo económico”, explica. La COP15 de Montreal tendrá la oportunidad de establecer estos parámetros numéricos fijos y así materializar al fin planes de acción coordinados, tal y como sucedió con el Acuerdo de París y los 1,5°C.
Por supuesto, este cambio de cultura en la conservación de la naturaleza implicará muchos cambios en nuestra vida. “Tenemos que tomar decisiones radicales en un momento de transformación y transición” dice Juan Carlos. Así lo señala Nuria Preciado, de Fundación Biodiversidad, que explica cómo los ecosistemas urbanos van a tener que sufrir un cambio radical para hacerlo compatible con la biodiversidad, lo que a su vez ayuda a mitigar los efectos del cambio climático.
Lo mismo sucederá con el cambio radical que deberá hacer nuestra desmedida forma de consumo, y cuyos efectos en la economía se no tardarán en hacerse notar. “La naturaleza tiene unos ciclos largos, y el impacto inmediato de los cambios ecológicos en el aspecto económico es negativo, por eso se necesitan políticas que acompañen” dice Ana Isabel Carriondo López, de SEO/BrdLife. Los cambios deben venir desde abajo, pero llegan. Así lo demuestra el Pacto Verde Europeo (2020) de la Unión Europea, que “aun con todas sus contradicciones sigue siendo líder en conservación de la biodiversidad”. Es la propia UE la que con el plan NextGenerationUE ha financiado con la friolera de 1.642 000 000 € las estrategias contra la pérdida de la biodiversidad en España, empezando por el futuro Plan Estratégico del patrimonio natural y de la biodiversidad 2030. Y es que nuestro país, a pesar de ser el más biodiverso de Europa, también es el que más pierde. “Somos la zona 0 del cambio climático en Europa” dice David Álvarez, moderador de la conferencia y director ejecutivo de ECOACSA, que ha sido la empresa organizadora del encuentro.