José Luis de la Cruz: «Tenemos herramientas suficientes para avanzar a más velocidad en la economía azul, pero hace falta voluntad política»

José Luis de la Cruz: «Tenemos herramientas suficientes para avanzar a más velocidad en la economía azul, pero hace falta voluntad política»

Los océanos producen el 50% del oxígeno de la atmósfera y absorben alrededor del 25% de las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono. En este sentido, el concepto de economía azul adquiere importancia y resuena como un modelo viable, sobre todo en un país como España, para impulsar la transición ecológica y cumplir con los ODS.

Todas las problemáticas y las propuestas relacionadas con esta temática se abordarán en el CT-45 de CONAMA 2022, dedicado a la Economía azul, y que coordina José Luis de la Cruz. Con el también coordinador del Área de Sostenibilidad de la Fundación Alternativas hemos hablado de las múltiples oportunidades que ofrece la economía azul en materia de conservación de la biodiversidad, contribución a frenar el cambio climático o generación de empleo en sectores emergentes.

Pregunta. ¿Qué diferencia hay entre los conceptos economía verde y economía azul? ¿Son excluyentes?

Respuesta. No, no son excluyentes, son complementarios. Realmente el concepto más global es el de economía verde, porque asume la transformación del modelo productivo hacia no generar impactos en el medio. La economía azul es la parte de esa transformación aplicada a los recursos marinos y dulceacuícolas. Al fin y al cabo, es una parte de la economía verde pero que se queda en los recursos acuáticos, tanto dulces como salados.

Si lo llevamos a los ODS, la economía verde alcanzaría el de cambio climático, el de mantenimiento de los ecosistemas terrestres y el de mantenimiento de ecosistemas marinos. La economía azul alcanzaría solamente la parte del impacto del cambio climático sobre el medio acuático y el ecosistema marino. Aunque cuando hablamos de economía azul no son solo los recursos pesqueros, sino todo aquello que tenga como soporte agua: el transporte marítimo, la energía eólica offshore, la energía solar flotante, etc.

P. Actualmente, ¿cuál es la problemática más urgente relacionada con los mares?

R. Lo primero es el cambio climático y las emisiones de gases de efecto invernadero. En la parte más marina estamos viendo desde la acidificación de los ecosistemas marinos, que afecta a la biodiversidad y afectará a las pesquerías, hasta el aumento del nivel del mar y la alteración de las corrientes marinas que tiene reflejos en los fenómenos climáticos extremos como lo que ha ocurrido en Florida recientemente. El cambio climático tenemos que tenerlo en el centro.

El mar es un gran desconocido y el reto es plantearse esa explotación de los recursos de una forma diferente a como hemos explotado los recursos terrestres, teniendo en cuenta y aplicando de forma más exhaustiva el principio DNSH que lleva la taxonomía europea.

P. ¿Cuál es la mayor traba que puede encontrar la implementación total de la economía azul, en relación a un cambio de modelo de consumo, de producción, energético, respuesta institucional y social, etc.?

R. La mayor traba siempre es la voluntad política de querer acometer los cambios. Por ejemplo, uno de los principales retos es el transporte marítimo, uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero, o el desarrollo de los puertos. Para eso hace falta una voluntad de querer cambiar los tipos de motorización de los barcos en el desarrollo.

Con la pesca sucede lo mismo, aunque esta ha ido evolucionando y mejorando, pero es necesario un cambio en los modelos de pesca, no solo tecnológico sino también cultural.

También en el caso del turismo, que actualmente tiene como base el disfrute de la costa y del mar, pero no puede ser masivo, sino que tiene que respetar las condiciones de mantenimiento de los ecosistemas, así como la capacidad de acogida de la gente en cuanto a gestión de residuos, consumo de agua, etc.

En definitiva, el reto fundamentalmente es normativo, político y cultural.

P. ¿Hay algún avance destacable a nivel normativo en los últimos años?

R. Avances siempre hay. El problema no es que no los haya, sino la velocidad a la que se avanza. En pesca se ha avanzado mucho, pero el problema es que no se han mantenido las condiciones de recuperación, sino que se ha tenido que llegar a niveles extremos en los que hay especies al borde de la desaparición, como la anchoa del Cantábrico, para que se actúe. Son medidas que se ponen en práctica cuando no queda más remedio.

Por tanto, hay avances pero también hay riesgos y miedos. Por ejemplo, todo el mundo habla del desarrollo de la eólica marina, sin embargo, hay poca investigación en relación al impacto sobre la fauna bentónica de la implantación de ese tipo de energía offshore. Hay que tener en cuenta que donde se desarrolla el máximo de la vida es en la primera franja de la plataforma continental, que es donde también se realiza la máxima explotación. Por tanto, falta conocimiento en ese sentido.

En el transporte marítimo también hay avances en cuanto a combustibles, pero en necesario aplicarlos. De la misma manera, en el ámbito del turismo hay cambios, pero también mucho postureo y mucho greenwashing.

P. Por tanto, la investigación en este sentido adquiere gran importancia para poder eliminar esos riesgos y miedos y avanzar a mayor velocidad.

R. Sí, por ejemplo la empresa farmacéutica PharmaMar, que incluso ha entrado en el IBEX 35, coge su modelo de desarrollo de la investigación marina de principios activos para la medicina y para la farmacología. Sin embargo, esa investigación hay que hacerla sin destruir los recursos, porque si se descubre un principio activo maravilloso para tratar una determinada enfermedad, pero se explota sin conocimiento ni cautela eso supone un riesgo.

P. Se hace mucho hincapié en la capacidad de la economía azul de crear empleo. ¿Por qué se incide tanto en esto?

R. Es necesario distinguir por un lado los sectores clásicos de la economía azul, como la pesca o el turismo, donde la generación de empleo no va a ser mucha. Pero, por otra parte, tenemos los sectores emergentes ligados a la economía azul, como la energía offshore o la industria ligada a los productos pesqueros, donde sí se puede generar más empleo.

También hay que tener en cuenta que ahora mismo la eficiencia en la pesca es mayor, pero la flota pesquera es más pequeña. Entonces, ¿esa eficiencia en la pesca ha hecho que se pierda empleo? Sí, hay menos barcos y menos armadores, pero ese empleo hay que saber recualificarlo hacia estos sectores emergentes.

P. Se trata del mismo miedo que se tenía o tiene a la destrucción de empleo con la transformación digital y la automatización de determinadas tareas.

R. Sí. Por ejemplo, en relación a la economía circular, si se digitaliza y tecnologiza el sistema de recogida y tratamiento de residuos se pierde empleo, está claro. Sin embargo, la economía circular genera empleo en el cómputo global porque el crecimiento de nuevos flujos de residuos hace que se vaya a requerir más personal.

En el caso de la economía azul es lo mismo, si no hay sectores emergentes no hay generación de empleo. Por ejemplo, ¿es necesario crear más empleo en turismo, cuando ya está sobresaturado? Es fundamental reconvertir, desarrollar nuevas capacidades y nuevas formas de turismo, porque si no puede ser peor el remedio que la enfermedad

P. Se utiliza mucho el concepto de economía para hablar de sostenibilidad, siempre con distintos apellidos (verde, azul, circular, etc.). ¿Es el modelo económico y el cambio del mismo el eje fundamental del que partir?

R. Claro, además me da la impresión de que España, siendo una península y dos archipiélagos, le da muy poca importancia a los recursos marinos. En este sentido, la economía azul está relacionada además de con el cambio climático con la economía circular. En cuanto a las prácticas de pesca es necesario aplicar tecnología para hacer otro tipo de redes, porque los plásticos producidos por esa labor son un problema.

Una de las cuestiones que están dentro del informe que estamos haciendo desde la Fundación Alternativas es una experiencia del Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria (IHCantabria). Se trata de una investigación de la producción de hidrógeno en parques eólicos offshore como combustibles para barcos; esto está ligado con el cambio climático y con el uso eficiente de la energía.

P. Hemos mencionado muchos avances y también muchas propuestas que están encima de la mesa pero aún no se han implementado. ¿A qué se debe?

R. Tenemos herramientas suficientes para avanzar a una velocidad mayor, pero para eso hace falta voluntad política y es complicado porque hay tantos intereses de tantos sectores. Por ejemplo, con el tema de la taxonomía europea nos han colado el gas y la energía nuclear ahí porque los lobbies de estos sectores han presionado.

P. Desde el comité destacáis que «el desarrollo de una economía azul sostenible ofrece muchas soluciones para alcanzar los objetivos del Pacto Verde Europeo», más a corto plazo del plan Fit for 55. ¿De qué manera?

R. La economía azul no tiene todo el protagonismo que debería tener en ese sentido, por lo menos en España. Por ejemplo, se pidió por parte del Clúster Marítimo Español que existiera un PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) específico para la economía azul, igual que se ha hecho con el hidrógeno o la digitalización del ciclo del agua. Sin embargo, aún no se ha aprobado. Ahora que se tiene la oportunidad de que llegue esté dinero desde Europa, si se pone interés es perfectamente viable.

Con este PERTE específica se podría abordar desde el desarrollo de los puertos, que tiene un gran impacto por la actividad de los barcos y portuaria, hasta el transporte marítimo para desarrollar mucho mejor las autopistas marítimas que se quieren hacer tanto desde el norte hacia Francia como por la parte del Mediterráneo. Asimismo, ese PERTE también podría incluir el turismo de costa, el sector primario de la pesca, etc. Es decir, hay mimbres suficientes para ese PERTE específico, por lo que hay que seguir insistiendo.

P. A nivel profesional y también personal, ¿qué espera de este CONAMA 2022?

R. Yo sobre todo espero ver y hablar con gente con la que cuesta tener oportunidad de hacerlo. Más allá de las presentaciones y de los grupos de trabajo, que son muy buenos, a mí me sirve de punto de encuentro de toda la comunidad que nos dedicamos a las cuestiones de medioambiente y sostenibilidad. Si no existiera CONAMA tendría que haber un punto de encuentro similar. A veces es más importante lo que ocurre fuera de las conferencias que dentro, porque es fundamental ver a los compañeros y compartir. Yo espero que del desarrollo del congreso salgan nuevas ideas y nuevos proyectos para seguir avanzando, si puede ser a mayor velocidad.