En poco menos de un mes se han celebrado dos de los grandes encuentros climáticos internacionales del año: la COP27 de Sharm el-Sheikh (Egipto) y la COP15 de la biodiversidad en Montreal (Canadá). Ambas han dejado acuerdos importantes y sin precedentes que sientan las bases para avanzar en la transición ecológica.
La financiación climática gana terreno
En la cumbre climática de Egipto, el acuerdo adoptado dejó sentimientos encontrados en las cerca de 200 naciones participantes. Mientras la presidencia de la cumbre lo calificaba de “histórico” debido a la aprobación de un fondo destinado a financiar las pérdidas y daños climáticos para los países más vulnerables; otros como el bloque europeo se mostraron decepcionados por no haber avanzado en la reducción de emisiones frente a las resoluciones de la COP26 de Glasgow.
Aunque esto supone un primer paso, quedará por ver, en las futuras reuniones, qué territorios reciben la etiqueta de vulnerable, la dotación y cómo se repartirá la financiación. En el acuerdo se establece, además, un «comité de transición» para que las propuestas se pongan en marcha en 2023.
En el ámbito de la energía, tema en el centro de debate internacional debido a la guerra de Ucrania, la declaración tampoco ha cumplido con las expectativas, pues únicamente se indica “la urgencia” de acelerar las “transiciones limpias y justas hacia las energías renovables”, pero sin llegar a un compromiso fijo.
Un detalle importante es que la declaración fue tomada entre grandes ausencias como la de Rusia, aunque contó con la vuelta de otros territorios como Brasil, que sufre una fuerte crisis de biodiversidad debido, entre otras razones a la deforestación y las consecuencias de las oleadas de incendios de los últimos años.
Transformar los números rojos de la biodiversidad en verdes
En este contexto, llegó la COP15 con el foco puesto en acordar medidas para frenar la crisis de la biodiversidad, en ocasiones, olvidada, pero muy conectada al cambio climático y con efectos devastadores para el planeta.
Tras días de difíciles negociaciones, los países presentes acordaron una hoja de ruta para proteger el 30% del planeta de aquí a 2030 y aportar 30.000 millones de dólares anuales en ayudas a la conservación a los países en desarrollo, entre otras medidas.
Además, se comprometieron a «detener la extinción de las especies a causa de la acción humana» en 2050, y a partir de ahí, reducir diez veces el ritmo y el riesgo de extinción, un objetivo importante, ya que el 28% de las especies evaluadas se encuentran en peligro de extinción, según la última actualización de la Lista Roja de Especies Amenazadas. Es decir, del total de las 150.388 que se incluyen en el listado, corren gran riesgo de desaparecer 42.108.
El acuerdo, aunque muy necesario, no debe quedarse ahí. Debe suponer un principio que nos impulse a transformar los números rojos de la biodiversidad en verdes nuevamente e implantar las tan necesarias garantías de cumplimiento.
CONAMA, punto de encuentro entre cumbres
Cómo seguir avanzando, tanto en ambición climática como en la protección de la biodiversidad, fue uno de los focos de debate de las actividades de CONAMA 2022. El primero de los temas se convirtió precisamente en el marco de la inauguración del congreso, al que acudió la Ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, que pidió que se abandonara “los paños calientes en el cambio climático” y se optara por una acción decisiva y urgente.
En el ámbito de la biodiversidad, CONAMA 2022 sirvió de antesala para analizar algunos de los temas se tratarían posteriormente en la COP15. Una de ellas fue Estrategias de Biodiversidad, donde los ponentes resaltaron la necesidad de un cambio de paradigma sobre el cuidado del medio ambiente.
En la web de CONAMA 2022 se están recopilando las ponencias y vídeos de estas sesiones como parte del fondo documental del congreso, que estará disponible próximamente de manera completa y totalmente gratuita.